lunes, 3 de diciembre de 2007

Hoy estoy de cumpleaños...


No recuerdo desde cuando es que la felicidad me florece cada vez que llega este día. Parece que desde siempre he amado estar de cumpleaños y celebrarlo como me gusta. Hoy preparé una comida deliciosa, mi novio compró un buen vino y cenamos junto a la familia. Mañana mis padres vuelven a su casa después de nueve meses viviendo en Santiago por la enfermedad de mi papá. Este cumpleaños es especial por eso también, porque la vida explota en hermosura y nos regala todas las posibilidades de reconstruir lazos, de recuperar confianzas, de hacerse cargo del otro, de dar la mano y el pie y el alma para ayudar a alguien. A pocos minutos de que termine este día tan esperado para mí, la conclusión de este nuevo año es que sí soy capaz de amar más de lo que imaginaba, mucho más de lo que había experimentado.

Mi ñaña tenía razón, este es el primer año de la segunda mitad de mi vida, el tiempo de la templanza y la sabiduría. Como ella me gustaría ser sabia. Estoy en eso, toma tiempo, pero estoy en eso. Total, treinta y seis años es recién la mitad de la vida.

Gracias a mis aciertos, a mis errores, a las derrotas de las que me hice cargo, a las dudas que me permitieron la distancia, a las promesas que me he cumplido, a los sueños que me quedan, a la libertad que me desgrana, a las palabras que me reconocen y explican, a los tartamudeos de miedo, al amor incondicional de mi Tata, a los hijos que no he tenido, a mis decisiones, a mis fracasos, a mis entregas, y a mi porfiada y siempre dispuesta alegría...

¡Feliz cumpleaños!