viernes, 15 de abril de 2011

La indiferencia, el tiempo y la invisibilidad

Hoy es un día de esos en que no me siento el personaje alocado y divertido de las novelas largas que me gustan. Es uno de esos grupos de horas en que comienzas a pensar en el amor que tienes, en el que querías y en el que soñaste. Más grave aún... relexionas -en verdad, yo reflexiono- sobre aquellas cuestiones, promesas y acciones cotidianas que hacemos para cuidar el amor de alguien. Y todo va bien cuando el otro u otra ve lo que haces, lo valora y te devuelve sonrisas, caricias y arrumacos. Es muy guay, yo he sentido que mi corazón está a punto de estallar de felicidad. Hermosos momentos que ayudan un montón a vivir, sobre todo cuando te sientes mal, instantes grises por lo que atraviesa la vida. Sin embargo, otra cosa es cuando sientes que no importando lo que hagas ni las dimensiones de lo que haces, el otro u otra pasa olímpicamente de ti o se ha acostumbrado a ser cuidado y no ve lo que lo rodea. Esto último tiene tanta profundidad, como sordera y ceguera juntas. El tiempo confabula contra la frescura de los esfuerzos amorosos y, en medio de la intensidad de la emoción, la pulsión incontenible del amor cae en una pocita de tristeza. Recuerdo a mis amigas quejándose de los "hombres" que no bajan la tapa del baño ni tapan la pasta de dientes ni se dan cuenta del corte de pelo que se hicieron ni saben qué talla de pantalón o zapatos tienen. En medio de esas generalizaciones odiosas que no comparto, siempre me reí mucho porque no me había pasado... Pero como dice mi mamá, siempre hay una primera vez. Este año, cuando estoy en el límite de la cuarentena, mi vida está llena de situaciones como esas, pero no solo en el ámbito de la pareja, sino en todos los aspectos de la vida. Siempre hay alguien en el que confías o confiabas, alguien que quieres o querías, alguien en quien apuestas o apostabas esperanzas, que pasa de ti sin valorar los gestos de cuidado y sin saber lo que se resiente dentro. Lo que más me jode y al mismo tiempo me alucina, es que he tenido actitudes así también. Aunque me cargue que me lo hagan. Por más esfuerzo que haga en estar atenta y cuidar a los que amo. Creo que el tiempo también me aturde. Hoy es uno de esos grupos de horas en que siento la indiferencia, me duele ser tan invisible y me pongo a pensar cuántas veces yo generé esta emoción que siento en otros. Jodido... súper jodido. Parece ser que nada ni nadie escapa de esa fina capa de polvo de tiempo que oculta todas las cosas. En fin... otro día escribiré de aquellas ocasiones en que la indiferencia no me aplasta.