martes, 17 de junio de 2008

Para Dimitri, aunque no es lo que quisiera escribirte.



Hace un tiempo que una emoción especial ocupa gran parte de mis días. Aún no puedo ponerle un nombre exacto, pero puedo decir con qué personas, situaciones o cosas se relaciona.

Recuerdo un poema de Benedetti "uno no siempre hace lo que quiere/pero tiene el derecho/de no hacer lo que no quiere (...) porque es mejor llorar que traicionar/porque es mejor llorar que traicionarse" (Hombre preso que mira a su hijo). Con esto justamente es con lo que más se relaciona esta emoción de la que hablo, con la actitud de hacer lo correcto -o lo que es correcto para nosotros- asumiendo que esa acción tendrá un efecto en los otros y que debemos ser capaces de hacernos cargo de ella. Lo que sucede es que estoy cansada de tener que relacionarme con personas que solo piensan en ellas, como si el mar humano que las rodea minuto a minuto no existiese... como si tuvieran permiso para continuar empeorando el mundo.

Bueno, yo no se los concedo y por eso es que siempre estoy dispuesta a pagar el precio... y todo estaría bien, si este gesto de verdad fuera contagioso. Pero lo cierto es que no se contagia, no se propaga ni se entiende siquiera.

Sí, esto es una queja triste. De esas que no me gusta hacer porque siempre me han molestado las quejas que solo se quedan en eso y enturbian cualquier nuevo intento... Pero, la realidad ridiculiza a la fantasía y aquello que nunca pensamos que podría ocurrir, sucede con impune normalidad. Así, esta actitud de cuidar el metro cuadrado en extremo, se ha convertido en una señal subliminal que emana de muchas, muchísimas acciones cotidianas que nos rodean.

El otro día les decía a mis alumnos que siempre es una buena política pensar en que habitamos un territorio compartido, que no somos dueños de él y que por eso debemos ser respetuosos en nuestro modo de vivir. Pero me sorprendo con que la normalidad contradice mis comentarios cuando permite que una persona natural o jurídica -cualquiera que tenga dinero- sea dueña de un bosque, de un lago, de un cerro, de las playas, del trabajo de otros humanos... de las napas subterráneas de un territorio indígena. Esto es particularmente tragicómico porque el Estado de Chile ha autorizado la posesión comunitaria de algunos territorios a grupos étnicos determinados... pero asimismo, autoriza a empresarios de la minería a explotar lo que yace en el subsuelo de ese territorio... ¿Cómo alguien aprovecha el subsuelo sin hacer mierda todo lo que está sobre él? ¿Cómo alguien puede ser dueño de algo que le pertenece a la humanidad? ¿Qué Estado puede autorizar a alguien para que se adueñe del trabajo de personas? ¿Cómo alguien se atreve a pensar que la educación le pertenece a un grupo económico?

¿Cómo es posible que no reaccionemos en contra de todo esto?

Esa emoción que describo es una mezcla de ira, pena, intranquilidad, temor al futuro, desconfianza en el género humano, ganas de dinamitarlo todo... Demasiadas cosas que me hacen mal, que me tienen sonriendo un poco menos y hacen que escriba este texto sin ningún brillo pero que al mismo tiempo me empujan a rebelarme contra toda esta porquería. Uno tiene el derecho de no hacer lo que no quiere.

¿Cómo se llama a eso?

jueves, 15 de mayo de 2008

Estoy totalmente de acuerdo...


Algunas sugerencias para el Día Internacional contra la Homofobia


El 17 de mayo es el Día Internacional contra la Homofobia. Aquí hay algunos consejos que puedes seguir para que esta iniciativa tenga éxito:


1. Háblales a todos tus amigos y familiares del Día Internacional contra la Homofobia. Diles que vas a vestir de rojo o con los colores del arcoiris, y exhórtalos a hacer lo mismo.


2. Intenta hacer razonar a los que se presten algo escépticos, anímate a discutir en público con un homofóbico, reivindica la razón. Muchos 'open minded' evitan estas confrontaciones, por temor al 'qué dirán'. No dejes que las convenciones te hagan callar.


3. Empieza a actuar tal como si estuviéramos en condiciones ideales. Sabemos que la homofobia y la transfobia campean por todos lados, pero si la tratas frente a todos como solemos tratar a los violadores, estaremos haciendo algo por que sea públicamente condenada (o al menos mal vista).


4. Pega afiches por ahí. Haz vídeos y súbelos a la red, por cutres que sean. Mientras más exposición tenga la iniciativa, mejor. Sé creativo.


5. Organiza algo sencillo en tu lugar de estudio o trabajo. Puedes desde coordinar una conferencia con invitados extranjeros, a pedir un panel para publicar noticias y testimonios, o incluso pedirle a la autoridad que organice un minuto de silencio el día 17.


6. Libérate del heterosexismo. Sabes que la homosexualidad es algo normal pero quizá no siempre actúes según eso que sabes. No tienes por qué dar por sentado que la pareja de tu compañera que acabas de conocer es del sexo masculino, y tampoco es muy ecuánime que bromees con tu sobrino preadolescente diciéndole "¿te echaste ya una novia?".


7. Saca el artista (o literato) que hay en ti. Siempre emocionado por aquellas canciones que hablan de la guerra, aquellos poemas que recuerdan a los pobres. El arte y las letras también son un arma para compatir la homofobia y la transfobia.


8. Escribe una carta al diario o a la radio. No apeles a discursos tan pavisosos como "ser abiertos de mente" o "aprender a convivir en el siglo XXI". Sabes que tu causa es justa: dilo sin rodeos, fuerte y claro.


9. Escribe a tus representantes. Quizá en tu país no sea el pueblo sino 'los políticos' los que manden. No importa. Haz ficción de que tienes algo de poder y envíale un correo electrónico a tus representantes contándoles que el 17 de mayo tienen tarea que hacer.


10. Y por último... no dejes que el entusiasmo se esfume luego del 17 de mayo. Para erradicar la homofobia y la transfobia hace falta más que un solo día al año. Pon en práctica estos consejos en un régimen "24/7", y estarás haciendo algo por mejorar este mundo.


José Rafael NÚÑEZ TOSO


Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.